27 de febrero de 2023
UNA MIRADA A LA (DES)INTEGRACIÓN EN AMÉRICA LATINA
Keren Susana Herrera Ciro
Los desafíos en los procesos de integración en América Latina han marcado significativos efectos que han incidido intrarregionalmente, generando consecuencias que paulatinamente han producido des-integración.
Los problemas presentes en los procesos de integración en América Latina son innegables, dado que los desafíos latentes al momento de ponerse en marcha todo el engranaje supraestatal que se involucra en su desarrollo, ha generado dificultades que a lo largo de los años no han permitido la consolidación idónea para llevar a cabo un proceso de integración sano, debidamente estructurado, con capacidad de perdurar en el tiempo y con un correcto fortalecimiento institucional. No obstante, es necesario mencionar que, a pesar de que no se ha logrado la unidad de todos los países Latinoamericanos en un solo proceso de integración, se han desarrollado subregionalmente organizaciones como la Comunidad Andina de Naciones(CAN), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), La Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), entre otras, las cuales se han forjado con objetivos pro integracionistas en un contexto lleno de grandes dificultades.
La conformación de diversas organizaciones subregionales en América Latina, evidencian que los acuerdos de integración han tenido diversos matices, siendo alguno de ellos “simples actos de protocolo”, algunos han tenido “como objetivo reafirmar valores políticos o ideológicos de los países miembros” (Vergara, 2021, p.30), lo cual permite realizar una lectura de las vicisitudes latentes que sin duda han tenido lugar en los procesos que se han dado entorno a la integración.
El nuevo milenio trajo consigo cambios que generaron impactos en el marco de la integración Latinoamericana, como es el caso de la CAN, en el que sus miembros iniciaron a inclinarse hacia nuevos horizontes que parecían ser “más exitosas y/o atractivas”, lo cual se evidenció con la salida de Venezuela de este organismo, los anuncios posteriores de Bolivia de ser miembro de MERCOSUR, y el deterioro de las relaciones de Colombia con Ecuador y Venezuela generaron desequilibrio en dicha organización subregional. Por su parte MERCOSUR, si bien es uno del proceso de integración más institucionalizados, durante sus primeros años su estancamiento estuvo ligado a “las crisis financieras de Brasil y Argentina”, la resistencia de “los gremios nacionales frente a la apertura de países vecinos”, “la disputa por los papeles entre Argentina y Uruguay”, y sumado a ello la intención de países miembros de buscar individualmente asociarse con los Estados Unidos (Ruano,2010, pp.164-165).
Dentro de los desafíos presenten en los procesos de integración Latinoamericanos han surgido organizaciones supranacionales con un enfoque más político y cooperación de liderazgo que con proyección económica, con efectos “disgregadores”, como lo es el ALBA y UNASUR (Ruano,2010, p.166), dirigiendo la atención de estas organizaciones a temas ajenos a fines económicos propios de la integración.
Los factores de estrés a los que hace referencia Weiffen, aduciendo a los desafíos económicos, socioculturales, de seguridad, políticos, aspectos relacionados con “la redistribución de poder en el sistema internacional (power shifts) y desafíos vinculados a la difusión de la crisis de la UE para el regionalismo en otras regiones del mundo”, los cuales traen consecuencias directas es las estructuras regionales, dado que pueden contribuir a “la desintegración regional”, aunque a su vez pueden provocar una reacción opuesta fortaleciendo la “resiliencia regional”, reflejándose en sus instituciones. De igual forma, es relevante destacar que, una característica marcada en Latinoamérica es la baja regionalización económica, es decir, sus países han creado lazos económicos más fuertes extra regionalmente que intrarregionalmente, del mismo modo que la sobreprotección de la soberanía nacional y los diversos procesos de subregionalización no permiten avances importantes en la materia que beneficien a todos los Estados Latinoamericanos (como se citó en Nolten y Weiffen, 2021, pp.81-82).
La pandemia COVID-19, abrió el panorama para percibir con mayor claridad la fragilidad de la integración que se ha desarrollado en América Latina, como lo son los problemas estructurales de la región, la falta de recursos, la pobreza, la inadecuada arquitectura, la debilidad institucional de los Estados, resaltándose con ello, la fractura de esquemas regionales, “la multiplicidad de intereses contrapuestos y el recurso obstinado de reducir cualquier atisbo de respuesta a la escala estrictamente estatal” (Ríos, 2020, pp.213-214), con lo que se reafirman las marcadas fisuras que impiden un debido proceso integracionista.
Para el profesor Jorge Quindimil, las claves que explican la (des)integración en América Latina son : “Falta de liderazgo supranacional, cesarismo e ideologización, soberanía inquebrantable, institucionalidad débil, volatilidad política y geografía física”, aspectos que claramente dan a entender como el desconocimiento de los líderes de los gobiernos Latinoamericanos al rechazar la integración y promover sus propios procesos han afectado los logros alcanzados a nivel subregional, así como también “la profunda ideologización acentuada por dirigentes cesaristas que promueven proyectos integradores personalistas y excluyentes”, la cosmovisión de la soberanía como inquebrantable representa un obstáculo para la integración subregional, dado que, de su concesión a órganos supranacionales depende gran parte de su éxito. Las dificultades que se les presentan a las instituciones supranacionales por las cargas impuestas por los gobiernos, la debilidad institucional de los sistemas subregionales de integración Latinoamericanos, son un reflejo de los problemas internos que cada Estado padece, y la geografía, que sin lugar a duda representa “otro gran obstáculo para la materialización efectiva de la integración”, pues la extensión del territorio y las condiciones de la naturaleza no propician los caminos adecuados para un fácil tránsito entre Estados (Quindimil, 2021,pp.3-5).
En ese sentido, es importante reconocer que las dificultades latentes que han impedido la solidificación de la integración en América Latina, son un reflejo de la realidad interna de los Estados que la conforman, sistemas enfermos estatalmente dan a luz sistemas enfermos supraestatalmente, por lo que generar conciencia de la necesidad de cambiar la cosmovisión de los dirigentes políticos de cada Estado Latinoamericano entorno a la integración con la armonización de diverso sectores tanto nacionales como supraestatales, promoviendo la reestructuración y fortalecimiento institucional abarcando aspectos económicos, socioculturales, de seguridad, políticos en pro del mejoramiento de la integración en América Latina traerá múltiples beneficios a todos los países latinos.
LISTA DE REFERENCIAS:
JIMENEZ, (25 de junio de 2020). Latinoamérica y el Caribe tendrán su propia agencia espacial
[Imagen]. Recuperado de https://fusernews.com/latinoamerica-y-el-caribe-tendran-su-propia-agencia-espacial/
NOLTE, D., & WEIFFEN, B. (2021). Efectos colaterales de la pandemia para la integración regional en América Latina: una perspectiva comparativa. La covid-19 y la integración ante los desafíos de un nuevo orden mundial. Bogotá: Universidad Cooperativa de Colombia, pp.81-83.
QUINDIMIL, J.A. (31 de mayo de 2021). Claves para entender la (des)integración de América Latina. IberICONnect. Recuperado de: https://www.ibericonnect.blog/2021/05/claves-para-entender-la-desintegracion-de-america-latina/
RÍOS, J. (2020). La inexistente respuesta regional a la COVID-19 en América Latina, pp.213-214.
RUANO, L. (2010). La Relación Birregional y la Desintegración en América Latina. España, la Unión Europea y la integración latinoamericana, pp.164-166.
VERGARA, L.R. (2021). Tratado de Derecho Procesal Andino. Bogotá: Primera Edición, en: Tirant lo Blach,pp.29-31