9 de agosto de 2016
LA DEMOCRACIA EN MEDIO DE LA CRISIS DE LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA
Ante la actual crisis de los gobiernos de la región con tendencia de izquierda, la atención debería centrarse en cómo están respondiendo las instituciones y la ciudadanía
Xiomara Lorena ROMERO PÉREZ (09/08/2016)
Los gobiernos de izquierda en América Latina (AL) están siendo sometidos a duros cuestionamientos por casos de corrupción y de abuso de poder. ¿Significa esto que la democracia, que incluye el proceso mediante el cual esos mandatarios fueron elegidos, ha fracasado? Algunos señalan que se está frente a una persecución política de la izquierda (A). Sin embargo, más que centrarse en la crisis de algunos de estos partidos políticos y de sus líderes, habría que enfatizar en que la democrática podría salir fortalecida de estos sucesos (B).
I. Ver más allá de una persecución política a la izquierda en AL
La coincidencia temporal de las denuncias e investigaciones en contra de distintos gobiernos de izquierda en AL podrían conducir a afirmar que existe un complot en su contra por parte de los medios de comunicación, de ciertos grupos políticos y/o de terceros Estados. Sin el ánimo de entrar en ese debate, yo prefería atribuir gran parte de la actual crisis de esos gobiernos al haber ignorado el principio democrático de alternancia de poder (1), y a una respuesta natural democrática frente a los esquemas de gobierno adoptados por algunos de esos mandatarios (2).
A. La asfixia del principio de alternancia de poder
Para el año 2015, la mitad de los Estados de América Latina, esto es, 10 países, excluyendo las entidades territoriales del Caribe insular y la Guyana francesa, estaban gobernados por partidos políticos con tendencia de izquierda. En el siguiente cuadro se sintetiza la persistencia de esos partidos en el Poder Ejecutivo en esos Estados.
B. La continuación de esquemas de gobierno tradicionales
Pese a conquistar el Poder Ejecutivo y conservar su dominio, los partidos de izquierda de AL mantuvieron en muchos casos esquemas de ejercicio de poder propios de anteriores partidos políticos. Por ejemplo, hoy en día se habla en AL de la tercera ola de populismo o de populismo de izquierda siendo que este esquema político se asociaba tradicionalmente a tendencias políticas de derecha. Este neopopulismo propio de AL se identifica con el afán de mover a la población sobre la expectativa de grandes cambios habilitando para ello al mandatario a efectuar profundos ajustes en la estructura del Estado. En estos casos se está también en presencia de un líder carismático que pretende tener una relación directa con sus electores. Al principio este esquema político puede funcionar pero después de sucesivos mandatos, de la permanencia del mismo partido político o de la continuidad de la misma tendencia política en el poder, se pierde la fuerza del discurso y el respaldo del electorado independientemente de la tendencia política del mandatario o del partido político que lo respalde. La crisis actual de los mandatarios de izquierda, en consecuencia, no se traduce necesariamente o exclusivamente en una persecución política sino más bien en la respuesta natural del electorado.
Otro tanto podría decirse del neoliberalismo como corriente económica y política. Si bien la mayoría de partidos políticos con tendencia de izquierda en AL defendían un cambio del modelo económico imperante, en realidad, más que un abandono del mismo, hubo una adaptación a dicho modelo. En efecto, la mayoría de estos gobiernos conservó lo esencial del modelo económico liberal. Este hecho, al final, ha puesto al descubierto la ausencia de cambios profundos en el ejercicio del poder lo que conduce lógicamente a una reacción del electorado. Sumado a lo anterior, si este esquema político se acompaña con prácticas desleales y de corrupción, favorecidas por las dinámicas de contratación y de mercado imperantes en AL, la llamada persecución política, no es otra cosa que la expresión del inconformismo de la población no necesariamente frente a la ideología de izquierda sino más bien con el funcionamiento de los órganos de control y de seguimiento que deberían haber evitado esas acciones y con el gobierno que los dirige.
II. El refuerzo institucional de la democracia ante la crisis de izquierdas en AL
De la crisis de los distintos gobiernos de izquierda en AL hay que rescatar el fortalecimiento institucional de la democracia. Lo anterior si se toma en cuenta que, por un lado, se han visto fortalecidos los canales de participación ciudadana (1) y, por otro lado, se ha fortalecido la independencia de la administración de justicia en esos Estados (2).
A. Un nuevo impulso de legitimidad a la participación ciudadana
En medio de la crisis de la continuidad de los partidos políticos con tendencia de izquierda en AL, la participación ciudadana ha reivindicado su protagonismo. Para ilustrar este punto están los recientes resultados electorales en Argentina. En las pasadas elecciones en ese Estado y luego de una segunda vuelta electoral, el candidato del partido Frente para Victoria, respaldado por la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, fue derrotado por el candidato Mauricio Macri, quien asumió el poder desde el 10 de diciembre de 2015. Macri se presentó a las elecciones mediante una coalición de centro-derecha denominada Cambiemos.
La participación ciudadana también se hizo sentir en los resultados del referéndum constitucional de 2016 en Bolivia. El 21 de febrero del año en curso se interrogó a la ciudadanía sobre su aprobación o rechazo a la admisión de un cuarto periodo presidencial de Evo Morales. El NO ganó con un poco más de 51% y los resultados fueron respetados y acogidos por el actual mandatario.
B. La confirmación del principio de independencia en la administración de justicia
El hecho de que se estén llevando a cabo investigaciones en contra de mandatarios o exmandatarios de Estado y/o de sus familiares por estar presuntamente involucrados en casos de corrupción y de tráfico de influencias es una señal contundente del funcionamiento de la independencia de los poderes públicos. Primero, una independencia de la administración de justicia desde los estrados judiciales. Por ejemplo, a inicios de mayo se acusó formalmente a la exmandataria argentina Cristina Fernández de Kirchner por presunto enriquecimiento ilícito. De otra parte, la investigación por el Caso Caval en Chile continúa. En esa investigación están involucrados el hijo y la nuera de la Presidenta Michelle Bachelet por tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito al haberse presuntamente favorecido de un cuantioso crédito en razón de su relación familiar con la presidenta.
En segundo lugar, una independencia de la administración de justicia desde los mecanismos de control político del Estado. Aunque ha sido seriamente cuestionado por la ausencia de razones contundentes con las que fue activado, el procedimiento de impeachment en contra de Dilma Rousseff avanza después de su aceptación el pasado 2 de diciembre de 2015 y se convierte, en nuestros días, en la única institución establecida y efectiva para cuestionar las acciones del mandatario en ejercicio.
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Por lo expuesto considero que ante la actual crisis de los gobiernos de la región con una tendencia de izquierda, la atención debe centrarse en cómo están respondiendo las instituciones democráticas y la ciudadanía ante esas situaciones. Es la oportunidad para indagar si los procedimientos democráticos vigentes son suficientes y adecuados para la elección de los mandatarios y también para su investigación y juzgamiento. Sin duda, la democracia se ha visto fortalecida en medio de la crisis política actual puesto que se demostró que canales institucionales que no habían sido utilizados se pueden activar aún frente a los más altos funcionarios pero, igualmente, se ha puesto en evidencia las falencias de este sistema político, en especial, su manipulación por quienes ostentan el poder y la permeabilidad de quienes ejercen un control judicial y sobre todo político por actores económicos y terceros actores políticos.