12 de marzo de 2015
Zombis Vs. Frankenstein
En días pasados se llevaron a cabo dos importantes eventos académicos de suma relevancia para nuestra región. Aunque ambos tuvieron lugar en España, los dos coincidieron en la importancia de estudiar la influencia del trabajo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en los ordenamientos latinoamericanos y la relevancia del diálogo judicial a la hora de lograr no sólo la efectividad y fortalecimiento del Sistema Interamericano de Protección sino los propios ordenamientos constitucionales.
El primer evento, convocado por la Universidad Pompeu Fabra, bautizado “Diálogos Judiciales en el Sistema Interamericano de Garantía de los Derechos Humanos”, reunió a varios miembros de la CorteIDH, de los altos tribunales nacionales e importantes académicos. El segundo, organizado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, quiso celebrar los 35 años de trabajo del órgano regional analizando los diversos tópicos y escenarios que la jurisprudencia interamericana ha transformado.
Podría invertir varias páginas resaltando las múltiples conclusiones de los varios días de trabajo pero por ahora quiero concentrarme en una, quizás la más importante de ellas: llegó la hora de repensar las relaciones entre el derecho internacional y el derecho interno, hay que reformular los mecanismos, derroteros y límites de la interacción e interdependencia entre los dos niveles de protección. Desde diversos ángulos, durante los seis días de trabajo, este fue el llamado de varios de los participantes pues de ello depende la eficacia del derecho interamericano y la sana convivencia de los dos ordenamientos.
Los dos eventos tenían un punto en común: ambos daban cuenta de la importancia del juez nacional a la hora de asegurar la efectividad del trabajo de la CorteIDH, de cómo la jurisprudencia de esta también podía ser útil al trabajo de aquellos y de cómo ha de cambiarse la idea de que ordenamiento interamericano y derecho nacional son dos compartimentos estancos o que uno es superior respecto del otro. La famosa pirámide o la teoría de “las gavetas” traída a colación varias veces en el evento ya no nos son del todo útiles; hay que buscar una manera para convencer al juez nacional de su papel como agente del derecho internacional.
Me interesa resaltar esta conclusión por cuanto ella coincide con una reivindicación que vengo haciendo desde hace ya un tiempo largo. De hecho, esta idea, es el corazón de un proyecto que dirijo desde el seno de la SLADI y que involucra a varios colegas colombianos y a otros tantos latinoamericanos: llegó la hora de darle santa sepultura al monismo y al dualismo. Debemos concentrarnos en estudiar nuevas posibilidades de comprensión del fenómeno de interdependencia al que nos enfrentamos.
En un texto que espero vea la luz en breve, abogo por la superación de estas teorías tradicionales y la construcción de un nuevo marco que nos permita articular la interacción entre los dos ordenamientos. El título del documento lo dice todo: “Zombis vs Frankenstein: sobre las relaciones entre el derecho internacional y el derecho interno”. Este nombre se origina en la idea del Profesor Armin von Bogdandy, quien afirma que tanto monismo como dualismo son dos muertos vivientes y va más allá al proponer la creación de una Frankenstein jurídico. Dicho Frankenstein es “una nueva teoría que se sirve de las partes sobrevivientes de las moribundas teorías de monismo y dualismo, las ensambla con nuevos elementos (la heterarquía) y les da vida gracias a un nuevo corazón (los principios de articulación y solución de conflictos normativos)”.
No tengo muy claro aún el perfil cierto de dicho Frankenstein, sus rasgos o el alcance de sus pasos ni siquiera su estabilidad, pero sea cual sea la forma que este adopte lo cierto es que necesitamos de una nueva construcción teórica que asegure la eficacia de la interacción entre los dos ordenamientos. Lo dijeron los jueces interamericanos, lo dijeron los magistrados de varias altas cortes latinoamericanas, lo reiteramos los académicos durante las últimas semanas de trabajo: hay que dotar de nuevas herramientas teóricas a los operadores jurídicos para que puedan enfrentarse de forma adecuada a los nuevos retos. Tenemos una gran tarea entre manos!
Quien se anime a invertir su tiempo en ayudarnos a repensar este asunto, puede escribir a mi correo: paola.acosta@uexternado.edu.co Toda participación será bienvenida!